Por Sturrock:
Resulta curioso como se mantienen inalterables en nuestra mente muchos de los momentos que vivimos en nuestra iniciación musical. Leyendo el magnífico artículo de Jose Radiocity sobre Big Star me ha llamado la atención su recuerdo imborrable sobre su primer acercamiento a Chilton, Bell y compañía. Esto me ha retrotraído al pasado y a un adolescente que a sus dieciseis años llevaba en el bolsillo las 650 pesetas justas que sabía que costaba el “Save the Wail” de Lew Lewis Reformer. Muchas veces me he preguntado de dónde sacaba el dinero para comprar aquellos primeros discos. No niego que la musica en la actualidad resulte cara, pero antes desde luego se asemejaba más a un artículo de lujo que a otra cosa.
Desde luego, el acierto de aquella “inversión” fue indudable. Además de sus propias características musicales que luego detallaremos, el disco de Lew Lewis Reformer presenta una serie de intangibles que han ayudado a que me haya acompañado en todos estos años. No sé si os pasará a vosotros pero confieso que hay determinados discos que sólo ponerlos me ponen de buen humor. Vale, en puridad quizá este argumento no debiera servir como referencia en una crítica musical pero siempre se ha hablado de la musica como un vehículo de sentimientos y, dentro de ellos, siempre valoraré que, tras ocho horas de trabajo, alguien me devuelva la sonrisa, me haga moverme y sobre todo me inocule una amnesia momentanea sobre mi jefe, la hipoteca y la mala clasificación del Athletic.
También en puridad Lew Lewis aparece enclavado por la crítica más en el pub rock que en la new wave que imperaba en esa época. De todas formas, siempre me ha producido una enorme pereza el debate sobre incluir o extraer a un determinado grupo de un determinado estilo musical. Sólo apuntaré que el grupo salió de gira con Rockpile y éstos creo que no son sospechosos. Además, nos encontramos en el maravilloso 1979 y el LP aparece editado por la impagable Stiff Records.
“Save the wail” es simplemente eso: “Olvida la tristeza”. El primer impacto resulta brutal. “Do just what you want” deja claro desde el primer acorde que en esta guerra no va a haber prisioneros, que este es un disco de rock´n´roll, influido por una amalgama de estilos: rhythm and blues, garage, new wave. La harmónica de Lew Lewis rivaliza con la guitarra de Rick Taylor, circunstancia que acompaña todo el disco. El dúo rítmico lo componen Johnny Squirrel al bajo y Buzz Barwell a la batería. ¿Para qué más”
“Wait” mantiene el nivel y “Win or lose” ejemplifica la vitalidad que refleja el LP. Sobre un tema de Francis Rossi y Bernie Frost de Status Quo, Lew Lewis Reformer ofrece un ejercicio magnífico de energía y explosividad que,a mi entender, representa uno de los momentos álgidos del disco. Cuatro años después, los Quo graban “Win or lose” para su álbum “Back to back”. La comparación resulta odiosa.
“High temperature” marca el toque más blues clásico del “Save the wail”. Pudiera pensarse que el disco desciende de tono. “Mr Bartender” te despierta de una posible somnolencia con la receta habitual y cierra una Cara A espléndida.
Poco se puede añadir de la Cara B salvo invitar a su escucha. Se abre con “Lucky Seven”. Salió como single y permitió a Lew Lewis Reformer su aparición en el programa Top of the Tops. “Hometown Blues” es una versión de un tema de Tom Petty and the Heartbreakers recogido en su album de debut. “Photo Finish” quizá resulte el tema más prescindible mientras que “Night Talk” y, sobre todo, “Rider” sirven para cerrar el LP del mismo modo como empezó: a cien revoluciones por minuto.
Y toda esta maravilla en sólo media hora. ¡Cómo apreciaba y sigo apreciando la duración de los antiguos LP´s¡ Cada vez me cuesta más pelearme con un disco de 60, 70 o 80 minutos. Lo siento, mis neuronas no dan para asimilar tanto. A los 30 ó 40 minutos necesito oir algo diferente, aunque sea similar. Parece un contrasentido pero me imagino que alguno de vosotros me entenderéis. Desde Bilbao, un saludo.
Artículo escrito por Sturrock