Por NACHO THIRDEYE:
Quinta edición del Freakland Festival, evento que año tras año puede presumir de reunir en una ciudad como Ponferrada el más importante grupo de “rock&roll freaks” de, por lo menos, todo el tercio norte estatal.
Este año las principales atracciones en lo musical (otro cantar son las excelencias gastronómicas del Bierzo) eran la reunión tras diez años de The Mono-Men, la presencia de unos remozados y prometedores Paul Collins Beat o el aterrizaje de la cápsula espacial de Baby Woodrose desde la fría Dinamarca, amén de grandes bandas estatales del calibre de Biscuit, Bubblegum o Motociclón. A primera vista un cartel de lo más heterogéneo y apetecible, aunque luego sobre las tablas de la sala Cotton hubo más que disparidad de opiniones; pero vayamos por partes.
JUEVES:
Comienza el Freakland, sobre el escenario unos voluntariosos Peter Colours desde Baleares, versión de “The witch” incluida y Happening psycho final que cuajó una actuación sin estridencias, pero al mismo tiempo sin demasiada alma. Correctos, sin más; tal vez pagando el pato de abrir fuego.
A continuación suben a escena los coruñeses Mistakens. Furia (sobre todo al comienzo del set), dominio instrumental y del escenario, buen sonido en general, pero pobres temas en cuanto a la composición. Se obstinaron en presentar temas nuevos que dejaban al público un tanto frío ya que su deriva estilística no dejaba cuajar ninguno de ellos. Eso sí, casi al final ofrecieron una gran versión del “Pump it up” de Costello, lo mejor de todo su pase, en este caso tal vez más una pega que un mérito.
Después de un ratito de descanso llegó el primero de los puntos flacos (en lo musical) del Freakland: Demolition Doll Rods. El típico combo que cuando has superado la sorpresa de los dos primeros temas (semi-desnudos, crudos como sushi, rastreros y sucios a más no poder) pierden, al menos para mí, todo el interés. Ni idea de lo que tocaron o dejaron de tocar, la monotonía por bandera, los problemas técnicos con las guitarras, la falta de comunicación con un público que, en su mayoría, no daba crédito a tamaña desfachatez. Si fuesen españoles, los hubiéramos corrido a pedradas seguro! Pero ¡ayy! Queridos amiguitos/as, son yanquis, ex-Gories y “mooolan colega. ¡No seas muermo y flipa con la chatarra!”, lo siento, pero no estoy a la moda. Pasemos página.
Llegó el momento de uno de los “gigantes” de la noche (y en principio, de todo el festival): The Mono-Men. El grupo de Dave Cridder, capo de Estrus Records, no defraudó al menos mis expectativas. Siempre me han parecido una buena banda de Garage, instro-rock y demás, pero nunca de las grandes. Ni siquiera en sus mejores tiempos daban la talla de leyenda que el paso del tiempo les ha otorgado. Y, por supuesto, sus mejores momentos están ya muy lejos. Aún así disfrutamos de un buen concierto, algo pasadillo de volumen y con ciertos desajustes tal vez causados por la falta de ensayo, pero los Mono se dejaron la piel en escena. Recuperaron los viejos temas que esperábamos y despidieron con un “Rumble” atronador.
VIERNES:
Comenzaba uno de los días grandes de este año. La sala Cotton estaba ardiendo con la arrolladora presencia de los madrileños Motociclón. A pesar de abrir fuego ese día, repartieron caña a diestro y siniestro sin compasión. Al grito de “somos del rock” y demás lindezas por el estilo dejaron alto, altísimo el pabellón estatal. Pero esto no había hecho más que empezar.
Al poco rato subían a escena los asturianos Bubblegum: una auténtica máquina de Power-Pop y Punk-Pop. Sin aliento nos dejaron, encadenando uno tras otro temas de su nuevo LP, temas más antiguos y grandes versiones de Buzzcocks o Bum. Tras la insistencia del respetable se descolgaron con un bis ramoniano: “I wanna be your boyfriend” que nos dejó a todos/as con la sonrisa en la boca y más chulos que un ocho ¿Qué más se puede pedir a una banda de música pop? Pues que después le toque el turno a una apisonadora de Rock&Roll como Biscuit.
Los catalanes apabullaron, sorprendieron a más de uno/a, se lo comieron todo porque tenían hambre. Nivelazo tanto instrumental como de presencia escénica, no en vano llevan “media vida” encima de las tablas desde los tiempos lejanos de Blue Bus. Una banda a tener en cuenta, unos tipos de los que sentirnos orgullosos cuando alguien nos pregunte quién es quien en el rock español. “Los putos amos”(Angel Kaplan dixit). Y nuestra sonrisa seguía creciendo así como nuestra sed.
Un pequeño descanso al lado de la barra para comentar la jugada…”¡y qué jugada señoresss!” que acabábamos de ver y…vuelta a la carga!
The Black Halos: en principio nada atractivos para mi, poco amigo de sonidos neo-metaleros o, como dicen los “finolis”, “sleazy rock” o algo así. Divertidos, cañeros, tremendos pintazos de cuero y tachuelas, al borde de la parodia. Para ser disfrutados sin prejuicios, dejando que el cuerpo disfrute. Inexplicable mal sonido, tal vez el peor de la noche y hostiazo del cantante que, intentando hacer el congrio se estampó contra el suelo de la sala y arrastró en su caída a una linda señorita que cometió el error de no huir de su sudoroso cuerpo, jejeje, al final no fue nada y pudimos seguir pasándolo bien hasta el final.
SÁBADO:
La última noche se abría con la presencia de Soul Gestapo, convincentes, cañeros y bien engrasados, aunque todavía el cuerpo no estaba para muchos trotes después de la “estupenda” noche anterior.
A continuación la GRANDÍSIMA sorpresa del festival. Toda una revelación; un descubrimiento que me (nos) dejó patidifusos/as: The Staggers. ¡¡La rehostia señores y señoras!! Desde la lejana Austria llegó todo lo que puedes esperar de una banda de garage: saltarines, maqueados, flequilleros y patilleros, señorita organillera como está mandao y con el corazón en la mano (y las maracas…y la pandereta…). Simples, modestos tal vez…de acuerdo! Pero grandes en su modestia, sinceros y a tumba abierta. Su intención estaba clara: hacernos sudar y bailotear de principio a fin, ya fuera con “Do the stomp”, “Be my queen” o un tremendo cover de “The Gorilla”. Rythm&Blues, Garage, Psych, Rock&roll…En fin, si sabéis de que os hablo no hacen falta más palabras. No os los perdáis ¡nunca! si pasan por cerca de vuestra caverna. ¡Fun, fun, fun!
Llegaba el turno de Paul Collins y sus nuevos The Beat. Para empezar algo negativo: su puta manía de hablar y presentar los temas en inglés cuando lleva en España más años que Georgie Dann (casi…jeje). Pero no todo iba a ser malo, al contrario el resto fué muy bueno, mucho mejor de lo esperado, sobre todo porque el grueso del set se centró en temas nuevos, medios tiempos alargados hasta el límite de lo soportable. Ningún problema chicos/as! El buen señor éste se dedicó a salpicar el concierto con viejos temas de Nerves “Hangin´on the telephone”, “Working too hard”o The Beat: “The kids are the same”. Faltaron algunos clásicos, pero bueno, al final tocaron un “Rock&Roll girl” que para mi hubiera justificado todo el concierto. Simpaticón el bueno de Paul, algo fondoncillo, pero a tono. Especial mención merecen unos engrasados The Beat con Octavio Vinck (¿alguien recuerda los Heartbeats?) a la cabeza con una Telecaster que levanta canciones por si sola.
Y al final, en mi opinión, la gran estafa de este año: Baby Woodrose. Cuando no hay nada positivo que decir casi es mejor callar. Pero en este caso no puedo menos que describir las caras de la mayoría del público: Incrédulos/as ante tal muestra de impericia, conjunción, sonido, ganas…en resumen, una tomadura de pelo. ¿qué puedes decir de un concierto en el que estás esperando que termine cuanto antes? Pesados, pesadísimos…aburridos, aburridísimos…decepción total.
Y hasta aquí la crónica de nuestras aventuras en Ponferrada este año. El Freakland se terminó, pero esperamos volver el año que viene porque, por encima de lo musical, el Freakland es una fiesta: buen rollo, buen ambiente, educación, buena organización, la Copa Freak, la gastronomía berciana…etc. Todo un puñado de atractivos que no debes dejar pasar pequeño saltamontes!
Hasta el VI Freakland Festival!
Artículo escrito por NACHO THIRDEYE